He de reconocer que nunca he sido muy amante de la repostería,
pero desde que me puse a investigar en el fascinante mundo de las galletas, no
he podido dejar de hacerlas semana tras semana, y a pesar de que estas no son
las primeras galletas que realicé, creo que con diferencia han sido mis
preferidas, no solo por el estupendo sabor, también por el suculento olor que
dejan por toda la casa mientras se están horneando.
INGREDIENTES
100g de mantequilla a temperatura ambiente
100g de azúcar
1 huevo a temperatura ambiente
3 cucharadas de canela en polvo
200g de harina
1 cucharaditas de levadura en polvo
1- Precalentamos
el horno a 180º. En un cuenco grande mezclamos la mantequilla con el azúcar y
la canela hasta que quede bien cremoso, añadimos el huevo y mezclamos bien.
Tamizamos la harina y la levadura y añadimos poco a poco mientras vamos
mezclando hasta obtener una masa firme y compacta. Envolvemos en papel film y
dejamos enfriar en la nevera unos 40 min.
2- Sobre
la mesa colocamos papel de hornear, la mitad de la masa y otro papel de hornear
encima y con ayuda de un rodillo estiramos la masa hasta conseguir un grosor de
unos 4mm. Retiramos el papel de encima y con ayuda de un corta pastas vamos
cortando nuestras galletas. Repetimos con la masa que nos queda.
3- Vamos
colocando con cuidado las galletas sobre papel de cocina para hornear,
espolvoreamos con una mezcla de azúcar y canela y horneamos unos 15 min. o
hasta que comiencen a dorarse. Dejamos enfriar sobre una rejilla y listas para
comer.
Como supongo que no seré el único que se habrá puesto a
experimentar con las galletas, ahí va algún consejillo que a mi me habría
venido de perlas la primera vez que me puse: Las manos y los moldes deben estar
cubiertos de harina, en su defecto, todo será un desastre, al igual que la
superficie sobre la que estiraremos y cortaremos las galletas, hacedme caso,
todo será más fácil!
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